Entrevista a Mario Moreno, Gerente de Proyectos antibullying de Fundación en Movimiento, realizada por Janett Arceo en su programa Mujer Actual, en esta emisión se comentan los resultados de las encuestas realizadas en sitio web y por los capacitadores de Fundación en Movimiento, durante sus primeros 5 años de actividades, los resultados nos dicen mucho sobre el problema del bullying.
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Al hablar de bullying en conferencias, talleres, cursos de capacitación, me hace conocedora del tema. Sin embargo, recientemente pasó algo que de pronto me hizo sentir alejada de éste, e incluso lo sentí desconocido… En ese momento no supe qué hacer ni qué decir, simplemente tuve una sensación de calor en todo el cuerpo, y lo único que quería era tener las palabras correctas para mi hermana, quien me había llamado para pedirme consejo como “experta en el tema”. Algo que con frecuencia hago, aunque no precisamente dar consejos, pero si orientar acerca de qué hacer ante una situación de bullying, tener las palabras indicadas para que esos papás que buscan una solución, ante los acosos de que son objeto sus hijos (as), tengan una respuesta.
Jamás me imaginé que esto podría pasar en mi familia, si, ahora me tocó a mí.
Una noche recibí la llamada de una de mis hermanas, quienes viven en provincia: “Reynita, (como acostumbra decirme), qué haré porque fíjate que a Laurita unas escuinclas le están haciendo bullying, la otra vez se la agarraron y le dieron una cachetada y la insultaron, que porque según ellas se cree mucho, ya van varios días que no la dejan en paz y Laurita ya tiene miedo de ir al bachilleres, incluso hemos tenido que ir por ella a la hora de la salida”.
Mi sobrina (y no porque lo sea), pero es demasiado bonita, apenas tiene 15 años y sobresale por ser alta, delgada, tiene una cara y un cabello envidiable. Por el medio donde se ha desarrollado es demasiado inocente aún y por su educación, es tímida.
El día sábado 18 de abril de 2015 se llevó a cabo en las instalaciones del Hotel Camino Real del Pedregal, la activación social con jugadores del primer equipo del Club de fútbol Santos Laguna, F.C. Fundación en Movimiento estuvo presente, derivado de la alianza que se firmó en días pasados con dicho club.
La cita fue a las 19:00 horas y fue cuando la convivencia con los jugadores dio inicio con unas palabras de bienvenida por parte de Jorge Cassani, quien dio una explicación y presentación de “Guerreros de Corazón”, el cual es un programa de responsabilidad social que tiene el Club Santos.
Por parte de Fundación en Movimiento, A.C., Mario Moreno Estrada, Gerente de Programas Antibullying, dio una pláctica acerca de la labor que realiza Fundación en Movimiento, qué es el bullying, cómo ayuda el deporte a combatirlo y lo que podemos hacer como padres de familia y sociedad para combatir este fenómeno.
Los jugadores Rafael Figueroa, Julio González y Jesús Escoboza que estuvieron presentes agradecieron el apoyo de la afición y elogiaron la labor que realiza Fundación en Movimiento.
A los 10 años, el joven que habla y quien prefiere no dar su nombre, no pensaba en las consecuencias que sus actos tenían sobre sus débiles víctimas, ni en lo mucho que eso marcaría sus vidas para siempre; en realidad, confiesa, “a esa edad no tienes conciencia de tus actos, es hasta después cuando te das cuenta de todo el daño que has causado, aunque ya sea muy tarde para repararlo”.
Sin importar cuánto suplicaran, cuántas lágrimas derramaran, ni lo mucho que dijeran que se querían suicidar, nada parecía detener a Martín (nombre ficticio) en sus momentos de fechorías. A los 10 años era un niño que lo tenía todo. No enfrentaba problemas familiares ni económicos, ni de algún otro tipo, incluso era buen estudiante. Nunca, mientras agredía a un compañero, se detuvo a pensar en el dolor que éste podía estar sintiendo. Cuando Martín era estudiante no había un nombre para definir el acoso que ejercía sobre otros; ahora sabemos que él cumple con las características de lo que el argot especializado llama Bully, palabra que se traduce al español como “matón”. Se trata del niño o adolescente que elige como objetivo a alguien vulnerable y dedica todas sus fuerzas y energía a hacerle la vida imposible.
Él es el responsable de que los niños no quieran ir al colegio, finjan enfermedades para evitar lo que les espera en la escuela o, en el peor de los escenarios, opten por privarse de la vida. Pero al igual que un niño que es buleado sufre, puede ser que el Bully también esté sufriendo y no sea capaz de expresarlo.
De acuerdo con cifras de la organización Educadores sin Fronteras, 43% de los niños entrevistados en una encuesta aplicada a 6 mil 180 alumnos, reconocieron agredir a sus compañeros en la escuela. A su vez, 38% de esos menores dijeron vivir una situación de violencia en sus familias o ser golpeados con objetos por sus padres. La estadística es el resultado de un estudio realizado en diversos estados del país. Para Joaquín Quintana, presidente de la asociación Convivencia sin Violencia, la marcada presencia de este fenómeno en nuestro país tiene que ver con la normalización de la violencia que vivimos.
He escuchado muchas veces que lo que les hace falta a nuestros niños y adolescentes es tener límites, límites para que crezcan como personas de bien ejerciendo bienestar para ellos y para su país.
En una ocasión recibiendo un curso de Educando para la Paz, el facilitador comenzaba con una pregunta ¿Que necesitan nuestros jóvenes para que no hagan Bullying?, muchos de los compañeros mencionaban que los límites claros de padres a hijos era la clave principal para que este fenómeno disminuyera dentro de los salones de clase.
Es en ese momento es donde nace mi duda y es por eso que me atrevo a escribir que no solamente hace falta poner límites a los hijos, desde mi experiencia profesional me he dado cuenta que antes del límite hay muchas opciones que podemos hacer para que nuestros niños crezcan como personas saludables, empatizando con el dolor ajeno, respetando a todo ser viviente de nuestro planeta y sobre todo que dejen de pensar que la violencia es algo normal y que al ejercerla sea algo divertido.
Cuando trabajo con los adolescentes esta temática de Bullying y ponemos en marcha la campaña de “Ser buena onda siempre está de moda”, los chicos pueden expresar todas las cosas positivas que ellos han hecho, y todo lo bueno que ellos pueden compartir. En esos momento me pregunto, ¿si ellos tienen tantas buenas ideas, buenos sentimientos hacia sus compañeros que es lo les hace pensar que el molestar es divertido?.
Mucho se ha escrito ya sobre las implicaciones éticas, morales y psicológicas que tiene el deplorable acto del bullying. No obstante, rara vez nos ponemos a reflexionar acerca de las consecuencias a las que esto nos lleva como sociedad y en concreto, como país.
Un estudio realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) revela que México tiene el porcentaje mas elevado de bullying de entre las 34 naciones integrantes de dicha organización. Según el informe, 11% de los educadores mexicanos reportaron que al menos una vez a la semana sus estudiantes son victima de daño físico causado por la agresión entre alumnos, mientras que 30% estima que hay intimidación o abuso verbal entre compañeros de clase.
Lo anterior es alarmante pues, según el mismo estudio, esto impide el correcto desarrollo del aprendizaje y puede llevar en algunos casos a la deserción académica o inclusive e suicidio.
Es importante aclarar que aunque el documento denominado Estudio Internacional sobre la Enseñanza y el Aprendizaje (TALIS) no tiene por objetivo medir, estimar o analizar el bullying, sí lo contempla como uno de los elementos que inhiben el desarrollo educativo.
Los beneficios y la importancia de la educación para una población son conocidos por todos; permite alcanzar mejores niveles de bienestar y de crecimiento económico; posibilita la movilidad social contribuyendo a reducir la desigualdad, fortalece el Estado de derecho impulsando el progreso democrático, vigoriza los valores de una sociedad y conlleva al desarrollo de nuevas tecnologías.
Hoy en día vivimos en un mundo en creciente globalización en donde la competitividad es el nombre del juego. A pesar de ser la 10° economía del mundo, en el 2014 , México se ubicó en el sitio número 61 de un total de 148 países que figuran en el Índice de Competitividad Global, cayendo seis escalones con respecto al año pasado.
De acuerdo con el “Reporte de Competitividad Global 2014-2015” del Foro Económico Mundial, entre los países que están mejor situados que México se encuentran asiáticos, como Kazakstán (50), Azerbaiyán (38) y Omán (46); africanos como Sudáfrica (56) y Mauricio (39); e inclusive centroamericanos como Costa Rica (51). Todos ellos tienen una menor participación para el desarrollo mundial que la economía mexicana y sin embargo se posicionan como más competitivos.
Entre las razones dadas para este debacle figura un entorno educativo que no cumple con el conjunto de habilidades que la economía mexicana exige, y el bajo nivel de implantación de tecnologías, que es fundamental para la transformación.
No es casualidad que los países emergentes que más han avanzado en competitividad y bienestar de su población en los últimos años, son los que mejores resultados han tenido en la arena educativa , y no cabe duda de que la calidad del ambiente educativo es determinante.