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La violencia se infiltra en todos los sectores, incluso en el educativo, donde el acoso o 'bullying' está adquiriendo proporciones alarmantes: un problema que preocupa tanto a padres de familia como a los responsables de la educación.
Un reportaje de Patrick John Buffe, corresponsal de RFI en México, con la participación de Trixia Valle, Directora de Fundación en Movimiento.

 

No bullying

La violencia se infiltra en todos los sectores, incluso en el educativo, donde el acoso o 'bullying' está adquiriendo proporciones alarmantes: un problema que preocupa tanto a padres de familia como a los responsables de la educación.

Un audio-reportaje de Patrick John Buffe, corresponsal de RFI en México, con la participación de Trixia Valle, Directora de Fundación en Movimiento.

Escuchar reportaje en contexto original | Vía RFI Español

Reportajes sobre el bullying cada vez son más frecuentes en los medios masivos de comunicación. Sin embargo, la pregunta natural que surge es: ¿por qué se le está dando tanta importancia hoy a algo que siempre ha existido?.
En San Pablo del Monte, al sur de Tlaxcala, Iván, -un niño de 9 años de edad, que cursaba el tercer grado de primaria-, se suicidó ahorcándose en el tendedero de su casa para no seguir siendo objeto de las agresiones de sus compañeros de clase.
Todos los adultos recordamos como algo normal haber vivido situaciones de conflicto con alguno de nuestros compañeros de escuela, pues nunca faltaba alguno con temperamento agresivo y provocador.
Sin embargo, superar estas experiencias era parte del aprendizaje de lo que en el futuro sería la vida. Así aprendíamos a desactivar conflictos, repeler agresiones e incluso a negociar, -o con el agresor-, o con los amigos que nos podrían ayudar a defendernos.
Eran experiencias difíciles para un niño pero aleccionadoras para aprender a sobrevivir en un mundo competitivo.
¿Qué situaciones han cambiado, que hoy han hecho del bullying un tema de alta prioridad?.
Los contenidos violentos en los videojuegos, en el cine TV, -y en general en el contexto social-, están creando estímulos que por imitación propician agresividad en niños con predisposición a la violencia.
Según estudios clásicos, el Dr. De Fleur afirmaba que “el contenido de los mensajes fortalece las actitudes pre-existentes”. Por tanto, según este planteamiento los contenidos violentos estimulan los instintos agresivos en niños con predisposición a la violencia y fortalecen el rechazo en niños pacifistas.
En tiempos anteriores a la era tecnológica, la escuela y la familia tenían más influencia en los niños y como parte de la educación, pretendían desestimular las actitudes violentas. Por tanto, la violencia era ocasional y reprobada por la sociedad.
. Hoy la sobreexposición a contenidos violentos genera más violencia. La violencia hoy es el tema cotidiano, -tanto ficticia como parte de videojuegos o programas de entretenimiento-, como la real, que aparece en los noticieros.
Por otra parte,- desde la perspectiva de los receptores de la agresión-, estamos viendo que la sociedad se ha vuelto sobreprotectora y tiende a victimizar a quien sufre una agresión.
Si victimizamos a quienes sufren bullying estaremos reprimiendo su aprendizaje para resolver situaciones de conflicto a lo largo de su vida. Estaríamos formando una generación de “víctimas” que se convertirían en perdedores crónicos. Por ello es conveniente no asignarles ese rol, pues lo aplicarán el resto de su vida.
Otro grave problema es el impacto de la WEB como generadora de hábitos en los niños. El poder de seducción de la tecnología es tal que los niños pequeños han dejado de lado la convivencia tradicional con sus amigos en las calles, parques por ejemplo, para pasar el tiempo frente a un monitor estableciendo relaciones virtuales con otros niños, muchos de los cuales están a grandes distancias y por ello no se conocerán personalmente nunca.
También impacta el temor de los padres respecto a la inseguridad que hoy se vive en las calles, y ello les obliga a preferir que estén seguros en su casa frente a un monitor y no montando en bicicletas, andando en patines jugando futbol o simplemente conviviendo con sus amiguitos. Todo ésto redunda en que esta generación interactiva ya no está desarrollando los mecanismos afectivos para la vinculación emocional con quienes les rodean, y que se derivan de la socialización.
Hoy la familia como institución vive una crisis interna que se refleja en falta de control de los padres sobre los hijos y lo mismo sucede con la escuela.
Estas dos instituciones que antes formaban los valores de los niños, hoy han perdido su influencia frente a los medios masivos de comunicación y la WEB tan llena de agresividad.
La crisis educativa, -desde el punto de vista de que el modelo educativo ha caducado y la politización de los maestros a través de los intereses sindicales-, ha minimizado el impacto formativo del maestro como forjador de valores morales y ciudadanos. Prefieren muchos de ellos estar haciendo plantones, -o comisionados en labores sindicales-, que estar dando clase.
Ante el ambiente de agresividad en el hogar vemos que se repiten los roles. Así vemos niños maltratados en sus casas que salen a cobrarse sus frustraciones con quien se “las pague”.
Por ello las nuevas víctimas de la violencia podrían ser los agresores de mañana.
Niños que crecen sin afecto porque no ven a los papás, o porque la tecnología los ha hechos introvertidos.
Ers evidente que no hemos hecho aún lo suficiente para conocer la psicología básica de la violencia… ¿Por qué se genera? …
El problema de la violencia inicia dentro de la familia, impacta en la escuela y concluye en los cárteles, -donde niños violentados de muchas formas y con resentimientos-, cuando llegan a adultos muy jóvenes buscan su revancha cuando les dan una pistola y la protección del cártel. El sadismo que hoy acompaña a la violencia extralimitada nos muestra que hay resentimiento.
Para resolver la violencia es necesario buscar sus soluciones dentro de la familia y en la escuela.
No hay forma de resolver el problema del bullying y la violencia dentro de la infancia si no es a través de los padres.
Es necesario involucrar jurídicamente a los padres y hacerlos responsables de conductas violentas extremas cuando estos niños en la escuela ejerzan acoso o violencia, pues ellos son los que realmente pueden incidir en su conducta, por lo menos que esta responsabilidad llegase hasta que los hijos cumplan 12 años de edad.
Si un niño lastima a un compañerito intencionalmente, -y su conducta es recurrente-, debiese existir forma de que los padres paguen de algún modo las consecuencias de un proceso judicial por no haber actuado a tiempo, -o incluso-, por fomentar en sus hijos la violencia.
El problema es que estamos en una sociedad que no exige responsabilidades a nadie.
Para casos graves de agresividad el DIF debiese crear centros de atención operados por psicólogos clínicos, donde los ´padres que consideren que no pueden controlar al hijo, lo lleven para su atención.
Es urgente en las escuelas primarias instrumentar clase-taller de socialización con psicólogos, para restablecer esta capacidad que la vida de hoy no permite desarrollar de modo espontáneo.
La problemática del bullying debe ser entendida como la llamada de alerta de una crisis de violencia en la sociedad.
Para dar atención particular a casos específicos se cuenta con apoyo de organismos de la sociedad civil como “Fundación en Movimiento”, que dirige Trixia Valle (http://www.fundacionenmovimiento.org.mx).
Sin embargo, en paralelo hay que ir al fondo del problema social con soluciones integrales.

 

Reportajes sobre el bullying cada vez son más frecuentes en los medios masivos de comunicación. Sin embargo, la pregunta natural que surge es: ¿por qué se le está dando tanta importancia hoy a algo que siempre ha existido?.

En San Pablo del Monte, al sur de Tlaxcala, Iván, -un niño de 9 años de edad, que cursaba el tercer grado de primaria-, se suicidó ahorcándose en el tendedero de su casa para no seguir siendo objeto de las agresiones de sus compañeros de clase.

Todos los adultos recordamos como algo normal haber vivido situaciones de conflicto con alguno de nuestros compañeros de escuela, pues nunca faltaba alguno con temperamento agresivo y provocador.

Sin embargo, superar estas experiencias era parte del aprendizaje de lo que en el futuro sería la vida. Así aprendíamos a desactivar conflictos, repeler agresiones e incluso a negociar, -o con el agresor-, o con los amigos que nos podrían ayudar a defendernos.

La problemática del acoso escolar, o ‘bullying’, no es algo nuevo; sin embargo, en los último años la violencia entre niños y jóvenes ha aumentado; actualmente, siete de cada 10 niños lo padecen y cada vez más mujeres participan en esta práctica.
Además, las agreciones son más perversas, sádicas y crueles, reflejo de lo que ven en los medios, explicó la directora de la Fundación en Movimiento, la escritora Trixia Valle.
La también autora del libro ‘Ya no quiero ir a la escuela’, señaló que los niños diariamente observan violencia en los medios, e incluso en el deporte, por lo que pidió, en especial a los futbolistas –como los que se pelearon el domingo pasado, en el estadio de Morelia–,que más allá de unirse a una campaña contra la violencia, sean congruentes en su forma de ser, y que se den cuenta de que son muy influyentes en el comportamiento de los menores.
“Que sean conscientes de que lo que hagan en la cancha tendrá un impacto muy grande fuera de ella, por lo que es necesario que empiecen a educar con el ejemplo”, dijo.
La palabra ‘bullying’ proviene del holandés, que significa “acoso”. El primero en emplear el término en el sentido de acoso escolar fue el doctor Dan Olweus, quien implantó en la década de los 70, en Suecia un estudio a largo plazo que culminaría con un completo programa ‘antibullying’ para las escuelas de Noruega.
Sin ayuda pagarás las ‘facturas’ Trixia Valle explicó, con una experiencia personal, que las personas que sufren ‘bullying’ de niños y que no son tratados, llegan a la adolescencia con una autoestima baja, lo que desencadena en conductas autodestructivas por la falta de amor propio.
“Cuando no te amas, no te cuidas; como no te cuidas, te arriesgas”, explicó, añadiendo que éste es uno de los factores por los que los jóvenes recurren al alcohol, a las drogas o prácticas de alto riesgo.
Por otra parte, los adolescentes con baja autoestima son capaces de hacer cualquier cosa con tal de agradar a los demás, y es entre los 14 a los 21 años cuando toman las decisiones que “cobran la factura por el resto de su vida”, ya sea quedando embarazadas o lisiados por un accidente automovilístico, entre muchos otros.

 

BulleadoLa problemática del acoso escolar, o ‘bullying’, no es algo nuevo; sin embargo, en los últimos años la violencia entre niños y jóvenes ha aumentado; actualmente, siete de cada 10 niños lo padecen y cada vez más mujeres participan en esta práctica.

Además, las agreciones son más perversas, sádicas y crueles, reflejo de lo que ven en los medios, explicó la directora de la Fundación en Movimiento, la escritora Trixia Valle.

La también autora del libro ‘Ya no quiero ir a la escuela’, señaló que los niños diariamente observan violencia en los medios, e incluso en el deporte, por lo que pidió, en especial a los futbolistas –como los que se pelearon el domingo pasado, en el estadio de Morelia–,que más allá de unirse a una campaña contra la violencia, sean congruentes en su forma de ser, y que se den cuenta de que son muy influyentes en el comportamiento de los menores.

“Que sean conscientes de que lo que hagan en la cancha tendrá un impacto muy grande fuera de ella, por lo que es necesario que empiecen a educar con el ejemplo”, dijo.

Hoy la modernidad, el individualismo, la promoción del egocentrismo, la mal llamada aldea global, la necesidad de trabajar del padre y de la madre que derivan en la falta de una educación primaria básica, que son los siete primeros años de ejemplo y convivencia en casa; la bajísima calidad de contenidos en la televisión, el acceso de niños y jóvenes a la tecnología individualizada, la promoción de una vida material y utilitarista donde lo importante es ser popular, tener dinero y una vida socialmente activa fuera de casa y muchos aspectos más, nos han puesto en serios dilemas respecto a la conducta y cultura a las que hoy debemos adaptarnos. Desgraciadamente hoy no está de moda ser educado, hablar correctamente ni ser puntual, entre lo básico.
La ética y los valores son un modelo de vida y quien los ejerce comprueba la esperanza de alcanzar una vida mejor en el orden y responsabilidad, es decir en plenitud.
Los conflictos que se viven actualmente en las escuelas respecto al acoso o bullying nos obligan a revisar nuevamente la estructura y responsabilidad que tenemos los educadores con respecto a entender una “Formación Integral”. La educación en cualquier nivel debe de buscar como objetivo final la capacidad del ser humano para aspirar a la felicidad.
A partir de 1960, la psicología de la educación tuvo un gran desarrollo debido a los cambios sociales que empezaron a manifestarse en las sociedades más avanzadas. La expansión de la educación formal al conjunto de las poblaciones, clases sociales y segmentos de edad históricamente ignorados por los sistemas educativos, produjo efectos similares sobre el desarrollo y la profesionalización de la actividad educativa.
Para explicar el porqué un niño altera el orden en su clase, se puede apelar a la teoría del condicionamiento instrumental u operante de B. F. Skinner que describe cómo los esfuerzos forman y mantienen una conducta determinada. La violencia en la escuela puede explicarse, en parte, a través de la teoría del psicólogo canadiense Albert Bandura  (1963), que hace referencia a las condiciones en las que se aprende a imitar modelos.
La implicación de la Psicología Educativa en cuanto al desarrollo, ponderó la teoría del psicólogo suizo Jean Piaget, que señala distintas etapas del desarrollo intelectual; postula que la capacidad intelectual es cualitativamente distinta en las diferentes edades, y que el niño necesita de la interacción con el medio para adquirir competencia intelectual. Esta teoría ha tenido una influencia esencial en la psicología de la educación y en la pedagogía, afectando al diseño de los ambientes y los planes educativos. El tiempo que los profesores dedican a la enseñanza, los contenidos que cubren, el porcentaje de tiempo que los alumnos dedican al aprendizaje, la congruencia entre lo que se enseña y lo que se aprende, y la capacidad del profesor para ofrecer directrices (reglas claras), suministrar información a sus alumnos sobre su progreso académico, hacerlos responsables de su comportamiento, y crear una atmosfera cálida y democrática para el aprendizaje.
La relación Maestro-Alumno en una calidad básica, da sentido a la idea de escuela, mantiene esa posibilidad del “ser educable” que presenta desafíos de la educación. Señala Morín: “…la hiperespecialización impide ver lo global (que fragmenta en parcelas) y lo esencial (que disuelve). Ahora bien, los problemas esenciales nunca son fragmentarios y los problemas globales son cada vez más esenciales”, debido a exigencias de las mega-tendencias mundiales, que afectan las identidades culturales, crean vacíos en espacios sociales, generando muchos mecanismos de exclusión, que se traducen en hechos o fenómenos como el suicidio de jóvenes que suma un millón al año, probablemente causados por la “depresión y acoso”. No obstante, si este dato es de suyo aterrador, lo hace mucho más significativo el saber que poco menos de cinco millones más de jóvenes intentan el suicidio sin conseguirlo en el mismo periodo de tiempo.
La “depresión” representa, con mucho, la mayor “pandemia” mundial . Es posible comprender que educar es una responsabilidad de todos y esta no es solo una tarea que se adquiere en la escuela.
Educar no es sólo escolarizar; una educación debe ser integral, es decir, del cuerpo, su discutible salud; de la “psique” para alumbrar equilibradamente nuestro entendimiento y experiencia y con ello nuestra “realidad psíquica” de nuestra inteligencia de sentir y privilegiar el sentido pleno de nuestras emociones en un desarrollo intelectivo que faculte al espíritu que debemos forjarnos para ser libres y educados y para ser, personas que vinculen sus expectativas de relación con el otro; resignificar la verdad de cada quién, hacia una verdad colectiva, de identidad social, cultural, ética y moral.
Las escuelas juegan un papel indispensable, pues en ellas los jóvenes de México se forman en los aspectos profesional, social y ético. Necesitamos que los futuros líderes de este país asuman las nuevas responsabilidades que implica vivir en un país abierto, libre y democrático; necesitamos que tengan valores sólidos de identidad e integridad ética, moral y social, que les permitan hacer frente con éxito a los retos de la competencia global; así mismo, necesitamos de la participación activa de las instituciones en la búsqueda de los objetivos a los que aspiramos todos: una sociedad más transparente y justa, en la que prevalezcan la legalidad y la integridad, compartiendo con la sociedad la responsabilidad de sembrar para el futuro, la semilla de un mejor país, más transparente.
Es fundamental que las instituciones académicas, particularmente en la organización de su proyecto institucional incorporen valores éticos, morales, sociales y las ostenten en la práctica educativa  con congruencia y pertinencia; empezando con el ejemplo que den las autoridades académico-administrativas; los profesores que enfaticen criterios de conducta orientados a establecer lo importante y lo que exactamente se espera de los estudiantes, docentes y de las mismas autoridades, destacando la construcción de una cultura de apego a la ley y de integridad en las instituciones como instancias inmejorables para lograr el aprendizaje de valores.
En estos espacios los estudiantes comparten con profesores y compañeros vivencias con las que forman y ejercitan valores tales como responsabilidad, trabajo en equipo, tolerancia, honestidad, diálogo, integridad y honorabilidad.
La promoción y el respeto a valores éticos y sociales brindan un patrón de integridad que contribuye en los colegios a mejorar sus resultados y lograr sus objetivos. Una escuela en la que sus integrantes cumplen adecuadamente con lo que se espera de ellos, gana inevitablemente el aprecio de su comunidad y construye un estatus que es imposible obtener de otra manera.
Sabemos que la promoción y adopción de valores es una tarea difícil y que los resultados posiblemente no los veamos en el corto plazo. Pero también estamos convencidos de que éste es el mejor momento para iniciar la construcción de nuevas reglas de convivencia social que nos permitan convertirnos en una sociedad más exitosa, dentro de un contexto global que presenta exigencias y retos para todos, es menester ocuparnos de una Enseñanza Educativa y empezar a dejar la Enseñanza Cognitiva; empezar a gestar una reforma del pensamiento.
Las instituciones de educación no solamente son lugares en donde se producen y transmiten conocimientos; son organizaciones del conocimiento en donde la convivencia entre estudiantes, el ejemplo de los profesores, la forma en que se organiza administrativamente la institución, cumplimiento de las normas y de sus valores son parte fundamental de la formación social y humana del estudiante y de quienes colaboran en la institución.
La convivencia cotidiana con otros estudiantes y con los profesores, así como la interacción con una serie de normas académicas y administrativas, además de los valores propios de la institución, hacen que el proceso de aprendizaje incluya, además de los conocimientos académicos, principios de convivencia social, de relación con la autoridad y de participación en las decisiones que contribuyen a formar la personalidad de los estudiantes.
El aprendizaje, es una experiencia intelectual, pero también personal, social y ética. La práctica cotidiana de valores éticos y de integridad es esencial para que cumplan con su función educativa y de formación humana, considerando la participación de los padres de familia.
Los códigos, al formar parte de una comunidad compartida, se significan en una cultura de constitución axiológica, y van a contribuir a que el estudiante construya un esquema de prioridades en el que se establezcan nociones acerca de lo que es sustancial y aquello que no lo es; entre lo que le parece benéfico y deseable, y lo que es dañino e inconveniente; entre sí es mejor ser egoísta o sentir esa revivencialización necesaria para tener esa empatía con los demás seres humanos.
“Las instituciones que mantienen reglas y valores orientados por criterios de conocimiento humano integrado y una posición ética, generalmente obtienen mejores resultados académicos y crean un ambiente en el que alumnos y profesores están satisfechos de pertenecer a ellas”.
Las escuelas son espacios sociales de formación personal, profesional, intelectual y ética para quienes las integran.
Cuando en una institución educativa no se atienden principios de honestidad, de respeto y de integridad, se crea un ambiente en el cual las reglas no son respetadas e invade a los estudiantes y profesores un sentimiento de vergüenza y de decepción sobre su pertenencia a la institución. También crece la apatía, lo cual afecta la relación con los demás, ya que nadie se siente comprometido con su deber, lo que va erosionando la confianza que debe existir en toda relación profesional y personal.
Debemos educar y organizar también nuestra voluntad personal y colectiva, alertar nuestro espíritu, estimularlo a corregir y reparar errores, orientarlo a la práctica del interés general y el bien común, y al entendimiento de cambiar el paradigma, de impulsar la ética y de poseer una conciencia definida de ir evolucionado, de reconocernos en una constante trascendencia de nuestros valores, estructurándonos por ser mejores cada día, por nosotros mismos y por la responsabilidad ofrecida al “otro” ser humano.

 

No al BullyingHoy la modernidad, el individualismo, la promoción del egocentrismo, la mal llamada aldea global, la necesidad de trabajar del padre y de la madre que derivan en la falta de una educación primaria básica, que son los siete primeros años de ejemplo y convivencia en casa; la bajísima calidad de contenidos en la televisión, el acceso de niños y jóvenes a la tecnología individualizada, la promoción de una vida material y utilitarista donde lo importante es ser popular, tener dinero y una vida socialmente activa fuera de casa y muchos aspectos más, nos han puesto en serios dilemas respecto a la conducta y cultura a las que hoy debemos adaptarnos. Desgraciadamente hoy no está de moda ser educado, hablar correctamente ni ser puntual, entre lo básico. 

La ética y los valores son un modelo de vida y quien los ejerce comprueba la esperanza de alcanzar una vida mejor en el orden y responsabilidad, es decir en plenitud.

Los conflictos que se viven actualmente en las escuelas respecto al acoso o bullying nos obligan a revisar nuevamente la estructura y responsabilidad que tenemos los educadores con respecto a entender una “Formación Integral”. La educación en cualquier nivel debe de buscar como objetivo final la capacidad del ser humano para aspirar a la felicidad.

 

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