Carlos no murió solo por un trago envenenado. Murió porque el mobbing mata. Acaba con la autoestima, la confianza, la dignidad y, en los peores casos, también acaba con el cuerpo. Murió porque hubo silencios, porque se normalizó la crueldad, porque nadie detuvo a tiempo lo que parecía “insignificante”.
¿Qué está fallando en la búsqueda de justicia para Carlos Gurrola?
- Hubo omisión de auxilio.
- La empresa donde laboraba señaló que Carlos no era empleado directo de ellos, sino de una empresa contratista.
- La Fiscalía argumentó que no hay indicios de dolo, por lo tanto no han salido responsables.
- Testigos indican que tomó la sustancia sin que nadie se la diera, solo se confundió porque la botella era similar a la que usaba para beber agua.
- Se maneja como posible negligencia, ya que no etiquetaron la botella con la sustancia química.
- No hay cargos formales confirmados contra alguna persona por homicidio doloso u otro delito mayor ligado a la introducción deliberada de la sustancia.
El mobbing no es un juego, es violencia, es muerte. Prevenir el mobbing es educar en la paz, es proteger la dignidad de cada trabajador y es recordar que nadie debería perder la vida por ir a trabajar. Que la memoria de “El Papayita” nos despierte como sociedad. Que nos duela y nos mueva a actuar.
Y si tú, quieres prevenir que haya casos de acoso laboral, te invitamos a conocer nuestros programas diseñados para promover el bienestar laboral.
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Con información de El Universal, N+ y Abogada Marce Torres.