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Constantemente hemos leído/escuchado que urgen leyes que sancionen a quienes hacen #bullying. Pensemos en los siguientes casos (todos de este año):

  • Emanuel (Buenos Aires), que fue golpeado 6 veces en menos de 2 semana y la escuela lo mandó solo en una ambulancia porque no había “nadie” que lo llevara.
  • Juan Pablo (Querétaro), que fue quemado por sus compañeros por ser otomí.
  • “Anónimo” (Argentina), que fue drogado y terminó en el hospital porque 2 de sus compañeros le dieron de beber agua saborizada con estimulantes y antidepresivo.
  • Aldo (Puebla), que se suicidó luego del constante acoso, incluso fomentado por su maestra.
  • Juan Martín (Colombia), que murió por un golpe en la cabeza después de que compañeras lo aventaran.

El bullying, sin duda, ha tomado un giro más cruel, en donde parece ya no existir empatía, ni solidaridad.

Exigimos justicia, ¿qué tipo de consecuencias se te ocurre que podrían tener los menores que provocaron esos actos tan crueles?

¿Considerarías las mismas sanciones o castigos, si fuera tu hija o tu hijo quien provocó alguno de los casos anteriores?

Ahora bien, ¿quién o quiénes son los responsables de que los agresores de Emanuel, Juan Pablo, Aldo, Juan Martín y muchas otras víctimas hayan aprendido a actuar con violencia? ¿Quién les enseñó a “hacer bromas” tan crueles? ¿Quién era responsable de dotarles de valores y no lo hizo?

El bullying, aunque se manifiesta dentro del entorno escolar, se previene desde otras esferas en donde los menores de edad se desarrollan; existe por falta de acciones o por la omisión de todos aquellos que somos responsables de la educación y crianza.

¿A quién se debe castigar? Si:

  • Hay niñas y niños que todos los días ven cómo papá golpea a mamá porque no le gustó la comida.
  • Hay adolescentes que pasan la mayor parte de su tiempo en redes sociales o jugando videojuegos porque está solo en casa por muchas horas.
  • Hay estudiantes que ven cómo uno de sus compañeros está siendo hostigado o golpeado y no denuncian por miedo a que también los ataquen.
  • Hay madres y padres que tienen que salir a trabajar todo el día para poder cubrir los gastos del hogar.
  • Madres y padres se enfrentan a un tercer “educador” que son las redes sociales sin límites ni censura.
  • Maestras y maestros que intentan tener un acercamiento emocional con sus alumnos también son agredidos, amenazados o incluso acusados de acoso.
  • Hay docentes que son responsabilizados por los padres de familia de toda la educación de los estudiantes.
  • Hay escuelas que para no dañar su imagen no dan seguimiento a los involucrados y prefieren expulsarlos.

¡Todos tenemos un gran reto! No esperemos a que haya más casos de bullying. No esperes a que tu hija, hijo, alumna o alumno sean parte de las estadísticas de un “incidente más”. Partamos de educar en la paz, de orientar para prevenir riesgos, de inculcar habilidades sociales y emocionales, de compartir tiempo de calidad en familia, de ser un ejemplo de empatía, de asertividad y de Paz para las y los menores de edad.

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