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Hemos abordado previamente la definición y las características del bullying, también conocido como acoso escolar. Para definirlo de otro tipo de violencia usamos la Regla de las 3C: Constante, Contra alguien y Con intención, manifestándose únicamente entre menores de edad y dentro de la escuela. Cuando escuchamos o leemos “dentro de la escuela” tendemos a ignorar el problema o a dejar la responsabilidad completa a los docentes. Sin embargo, acabar con el bullying parte desde educar y sensibilizar en todos los ambientes en las que niñas, niños y adolescentes se desarrollan (virtual, familiar y social).

Entonces, ¿cómo es que provoco que el acoso en las escuelas incremente? El bullying siempre ha existido, pero las redes sociales han generado que los hechos sean más visibles y cargados con más agresividad que antes. Al navegar en internet, nadie pone límites, ni ha implementado reglas para un buen uso y aprovechamiento del mismo, sino que se ha convertido en un espacio de desahogo y de exceso de libertad de expresión, en el que no usamos la empatía ni la solidaridad para comunicarnos. Esto no solo sucede entre adolescentes, sino que constantemente vemos comentarios, debates y discursos de odio de personas que incluso ni conocemos o situaciones de las que no sabemos el contexto real y mucho menos nos tomamos el tiempo de investigar a detalle.

¿Cuántas veces hemos visto el video o la foto de un menor que fue golpeado en la escuela? ¿Cuántas veces hemos compartido estas publicaciones? ¿Sabes si tus hij@s han grabado a su compañer@ siendo agredido en la escuela? ¿Lo ha difundido en sus redes sociales? ¿Te has puesto a reflexionar si fueras tú o tu hij@ quien aparece en el video, te gustaría que esté circulando esa imagen asumiéndose vulnerable?

Es así como somos parte del bullying, pues aparte de perpetuarlo al momento de publicar y/o compartir, hacemos que más personas lo vean, se sumen a las agresiones virtualmente, que comenten o alteren el contexto e incluso terminen culpando al menor agredido. Las consecuencias para los afectados no se quedan en los ataques, sino que, también terminan afectándolos a largo plazo teniendo que buscar ayuda profesional: psicológica, legal y apoyo de una red de familiares y amigos.

Grabar un momento de bullying es parte de la violencia, pues expone a que los menores sean reconocidos y se generen etiquetas sobre ellos. Entonces, ¿por qué las personas prefieren grabar un acto de violencia antes que involucrarse a ayudar? Sabemos que muchas personas nos dejamos guiar por el morbo, nos gusta ser los primeros en enterarnos de cualquier asunto y ser los portavoces, ¿cuántas veces no te has detenido a ver una pelea en la calle o en el transporte público? ¿cuántas veces no has disminuido la velocidad de tu auto por ver con atención un accidente? ¿cuántas veces no has elegido ver videos violentos antes que poner algo más educativo y con valores de paz? Recordemos que nuestr@s hij@s aprenden de lo que ven más que por lo que les decimos que hagan o no hagan.

Si bien en cierto que, lamentablemente la violencia se ha normalizado en estos tiempos, no es excusa para que pensemos que son temas de juego si hay personas afectadas, que no sólo sufren en el momento en el que se grabó, sino que el daño continúa en ellos.

Dales a tus hijas e hijos habilidades que les permitan ver a los demás con compasión y empatía para que no asuman al bullying como algo normal. El próximo 15 de agosto comenzamos con el curso Desarrollo de habilidades socioemocionales en adolescentes de entre 13 y 17 años, en el que aprenderán a reaccionar ante un caso de bullying, conocerán y practicarán técnicas de manejo de emociones y contarán con habilidades sociales y emocionales, tales como: autoestima, autocuidado, empatía, comunicación asertiva, resolución pacífica de conflictos, Paz, etc. ¡Inscríbelos aquí! Cupo limitado*

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