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Trixia y Renata¿Qué pasaría en ti, si una vez pasados los años, tuvieras la oportunidad de tener de nuevo frente a frente, a la persona que se burló de ti y de tus sueños, que destruyó tus recreos y tus tardes de tarea, al pensar en el reencuentro del día siguiente? ¿Qué pasaría si esa persona regresara a tu vida? Esa persona antagónica en tu haber, pero con un recuerdo imborrable, siempre será parte de tu historia, así que ¿qué harías? ¿qué dirías? ¿llorarías? ¿reclamarías? ¿le pegarías?...

Pues hoy te quiero contar lo que yo hice… Hace muchos años durante toda la primaria coexistí en el mismo salón con una niña que se encargó de destrozarme la vida, la autoestima y los sueños, durante 6 años, teniendo como cómplices a más de 50 niños de la misma generación… Un día no pude más y decidí irme… Decidí poner un alto a mi situación y dejar de ser cómplice de mi victimario al no tomar acción contra esto, que me mataba día a día. Recuerdo ese día como uno de mis grandes triunfos en la vida; fue durante el recreo, que como ya era costumbre, “mi bully” juntó a más de 30 alumnos para gritarme a coro y sin parar “no llores”… Esas palabras como veneno en mis oídos y que tantas veces me hicieron llorar desconsoladamente, en ese momento fueron mi fuerza, mi motor y no sé de donde saque ímpetus para gritar: ¡BASTA, cállate ya! Y fue ese mismo día que a la hora de la comida exigí a mis padres que me cambiaran de escuela y me negué a volver jamás.


QuieremeEntrevista realizada en el programa de Ingrid Tapia y Jorge Castillo en Quiéreme 1440, en la cual se analiza de la mano de Mario Moreno, Gerente de proyectos Antibullying y Viviana Morales Capacitadora de Fundación en Movimiento, los detalles del complejo tema del Acoso Escolar.

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Alvaro CuevaYo, Álvaro Cueva, fui víctima de bullying. Lo siento, lo tenía que decir.

A mí, de niño, me iba muy mal con esto y no nada más en la escuela, también en el transporte escolar, en mi propia casa, en la casa de mis familiares, con los vecinos. Era como una maldición.

Me pegaban, me robaban, me insultaban. Cuando no me rompían la camisa me quitaban la mochila, me sacaban sangre, me ponían apodos, me pegaban chicles.

¿De casualidad usted vio Después de Lucía? Bueno, pues para acabar pronto y omitir los detalles más dolorosos, haga de cuenta que así era mi vida.

Por eso me afecta tanto lo que está pasando y todo lo que se está diciendo alrededor del bullying y de muchas otras manifestaciones, cada una con su nombre específico, del odio, el acoso y la violencia.

Solo hay algo que me anima y que me hace darle gracias a Dios: ahora soy un adulto.

Si hoy tuviera cinco, diez o 14 años, le juro que o ya me hubieran asesinado o que yo mismo me hubiera quitado la vida.

¿Por qué? Porque lo que le está pasando a los chavos en la actualidad no tiene nombre y porque como las soluciones siempre están en manos de los adultos, nuestros pobres jóvenes están completamente abandonados, indefensos.

Abandonados en un contexto que les exige cuestiones insólitas, desde lo más cruel a nivel físico hasta lo más perverso en términos de popularidad.

Indefensos, sin información confiable sobre temas fundamentales de todo tipo, desde lo sexual hasta la drogadicción y el alcoholismo, pero con herramientas tan directas, contradictorias y sofisticadas como las redes sociales. ¡Imagínese el golpe al cerebro!

No es lo mismo hablar de bullying para un adulto que fue niño en los años 70 que para un chavo de 2014. ¡No lo es! Cuidado con las comparaciones. Cuidado con la trivialización.

¿Pero sabe qué es lo que más me duele de la realidad actual del bullying en México?

Que esto ya se politizó, que ya se convirtió en un pretexto para el lucimiento personal de dos o tres gobernantes y de tres o cuatro periodistas, y no se vale.


bullying y muerteEl pasado martes 20 de mayo murió el menor Héctor Alejandro, quien contando sólo con 12 años, fue brutalmente agredido por sus compañeros del turno vespertino de la Escuela Secundaria General número 7, que se ubica en la colonia Adolfo López Mateos de Ciudad Victoria, Tamaulipas, y quienes aseguraron que “estaban jugando”. El juego consistía en tomarse de pies y manos para hacer columpio y aventarlo contra la pared sin piedad alguna, esperando obviamente a que se golpeara… Incluso parte de la diversión para muchos niños y jóvenes, consiste en ver cómo la víctima reacciona ante las lesiones y se considera “tonto” al que no se aguanta y llora.

Esta es la vida de miles de niños y jóvenes quienes al haber vivido en un contexto, que promueve la violencia y el sexo a toda horas, y en todos lados, y por supuesto viola el artículo 4º constitucional que dice que “todo mexicano tiene derecho de vivir en un ambiente que favorezca su sano desarrollo”. Ja, ja, ja… a un ambiente escolar de este tipo, jamás se le podrá llamara “sano” en ningún sentido.


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