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indemnizacion

Por permitir y propiciar que un pequeño de 7 años de edad con déficit de atención e hiperactividad, fuera víctima de bullying o acoso escolar, el Instituto Universitario Verdad y Ciencia del Estado de México, está obligada a pagar una indemnización de 500 mil pesos por daño moral, determinó la primera sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), a propuesta del ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, quién detectó que el menor no solo fue maltratado por sus compañeros sino también por su maestra de segundo grado de primaria. Se probó que el niño había estado estudiando en un ambiente hostil para él, ya que la Escuela no tomó ningún curso de acción para cumplir con sus deberes de vigilar y proteger a los menores bajo su cuidado. –Azteca Noticias

¿Está bien la postura? ¿Está mal la postura? ¿Qué cambia en México esta sentencia? ¿Será un buen apoyo en materia de bullying siendo que -de acuerdo a la OCDE- tenemos el primer lugar a nivel mundial en casos de bullying en secundaria?

Como en todo, hay matices, la decisión tiene sus diversas ópticas y sus diversas consecuencias.

Por un lado, la parte buena de la resolución, reside en sentar un precedente donde claramente se denota la responsabilidad que tienen maestros, directivos y autoridades escolares en defender y garantizar la seguridad, bienestar y desarrollo correcto de niños y niñas. Esta multa histórica, sin duda, hará reaccionar a las escuelas, directivos y maestros sobre la importancia que tiene el actuar a tiempo y hacer respetar a cada alumno por parte de sus compañeros o adultos a cargo de ellos. Es también una llamada de atención a la inminente falta de vigilancia y seguimiento en la que algunos planteles incurren poniendo en riesgo la seguridad física y emocional de los educandos que atienden a dichos lugares.


Sin embargo, la parte no tan buena de la historia, reside en que los maestros HOY no tienen autoridad frente a grupo. Esta falta de autoridad no es algo que ellos han elegido, ni mucho menos planeado y que por supuesto resienten; esta falta de autoridad se ha ido estableciendo en consecuencia de las quejas –muchas veces injustificadas- de ciertos padres de familia, quienes defendiendo lo indefendible e indignados ante las mínimas llamadas de atención de los maestros para procurar el bien común del salón, se han ido al ataque de los educadores con el fin de que sus hijos permanezcan sin sanción.

Las autoridades educativas, ante dichas quejas, lo primero que hicieron fue pedirle a los maestros que tuvieran más cuidado en su actuar; luego les prohibieron sacar del salón, luego suspender, luego expulsar, luego dejar sin recreo, y así hasta que llegamos a la actualidad donde LOS MAESTROS ESTÁN MANIATADOS ante el bullying, y que ahora a ellos los sentencia, si existiera daño moral hacia algún alumno. ¡Y esto está bien! Está muy bien que quien no actúe sea reprendido, multado, sentenciado, suspendido, enjuiciado, dispuesto ante las autoridades y amonestado pero para ello primero que nada hay que regresarles la AUTORIDAD.

Autoridad, no de autoritarismo, no de maltrato, no de agresión, sólo AUTORIDAD para poner disciplina en los salones de clases que permitan a los alumnos y alumnas estar seguros dentro de las escuelas y así garantizar sus garantías individuales –valga la redundancia- fomentando su sano desarrollo como lo dice el artículo cuarto constitucional donde “todo mexicano tiene derecho a crecer en un ambiente que favorezca su sano desarrollo”.

Como primer punto, las autoridades escolares requieren dar el voto de confianza a los maestros y maestras para así dejarlos actuar; dejarlos sacar del salón o quedarse sin recreo para poner en paz a quienes de plano no obedecen. Consecuencias con las que todos vivimos y sabemos que son cosas que para nada te trauman de por vida. Hacer una plana de DEBO OBEDECER a nadie hizo daño permanente, mientras que ver cómo quien te molestaba se quedaba impune, se te grabó de por vida.

Sin estas herramientas el maestro no tiene como reprender a los que se portan mal y cada día hay uno más que se porta pero por no haber sanciones claras hacia quien se pasa de la raya, el 40% del tiempo de clases lo pasan los maestros pidiendo y a veces suplicando que se sienten, guarden silencio y pongan atención. ¡Cuarenta por ciento del tiempo de clases en pedir el orden que debería de ser obvio y natural! E incluso hay maestros que lloran antes de entrar a clases y tener que enfrentar bolas de papel, guerra de aviones, gritos, insultos, amenazas y todo tipo de faltas de respeto por parte de algunos alumnos.

Por favor y de una vez por todas, vamos a regresar la autoridad a quien la necesita. Vamos a creer en el bien de los maestros ya que la mayoría –me consta- son buenos y quieren hacer el bien a sus alumnos. Si tú eres mamá o papá, empieza por ti: mañana lunes ve con los maestros de tus hijos y reconoce su labor, diles lo mucho lo que valoras y apoyas sus decisiones para que tus hijos sean mejores. Si hay que hacer cien veces las palabras para aprender ortografía ¡que las hagan! Y si hay que dejar a tus hijos castigados sin televisión por portarse mal en la escuela ¡que se queden! La educación es un trabajo CONJUNTO. Es labor de casa-escuela; escuela-casa. En conclusión los padres de los agresores del menor de siete años hoy indemnizado, deberían de compartir, junto con la escuela y la maestra, la MULTA por no educar correctamente a sus hijos. ¿Tú que crees? {jcomments on}

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